Al comienzo,
nuestras manos se encontraron en la sombras,
las llamas jugaban con ellas, mientras la leña ardía.
Los recuerdos se entrelazaban,
se disolvían en nuestra mente.
Confabulando con implacable crueldad.
Las nuestras edades se restaban a la vida,
las canas y arrugas,
testigos manifiestos de nuestros excesos.
Mi culpa se mezclaba con la tuya,
mientras nuestra salvación se diluía.
Hicimos las paces al fin,
huíamos furtivos entra los claro oscuros.
Quedamos solos,
tu libre albedrio encaraba a mi cinismo,
tu piel desafiaba a mi cordura.
El temporal festejo término,
Un año más, para el próximo encuentro
Un año de embriagante libertinaje.