sábado, 25 de agosto de 2012

Placentera y sórdida necesidad


Con la dulce miel en tu nombre,
degusto la fragilidad de la vida:
de sombras tu divina presencia, 
de fuego tu eterno calor, 
de nieve el sabor de tus labios.

Con el silencio eterno de tu cuerpo, 
conformo la estructura de lo eterno:
en tus ojos lo profundo del espacio,
en tus senos la línea del infinito,
en tu vientre lo fértil de la vida.

Mientras que en esta diminuta lejanía, 
de construyó con acero y polen tu frágil, 
delgada escultura...